Cuando pensamos en figuras que han cambiado la historia de la Iglesia, vienen a la mente hombres como San Agustín, Juan Calvino y Martín Lutero.
Sin embargo, en el ámbito de la defensa de la fe y la manera en que los cristianos deben enfrentar la incredulidad, pocos han sido tan fundamentales—y tan frecuentemente malinterpretados—como Cornelius Van Til.
Nacido en los Países Bajos en 1895 y más tarde inmigrante en los Estados Unidos, Van Til combinó la herencia reformada del Viejo Mundo con el rigor intelectual de la academia estadounidense. Se formó en teología en el Seminario Teológico de Princeton y en filosofía en la Universidad de Princeton, lo que le permitió unir una profunda convicción doctrinal con una claridad filosófica poco común al servicio de la apologética cristiana.
La trayectoria de Van Til dio un giro decisivo durante las turbulencias teológicas del siglo XX. A medida que la teología liberal comenzaba a erosionar los fundamentos doctrinales del viejo Princeton, Van Til se unió a un grupo de profesores afines, encabezados por J. Gresham Machen, quienes fundaron el Seminario Teológico de Westminster en 1929. Allí, Van Til dedicaría el resto de su carrera académica a formar generaciones de pastores, teólogos y apologistas. Su firme compromiso con la ortodoxia reformada y su preocupación por la integridad de la cosmovisión cristiana lo convirtieron en un crítico agudo tanto del modernismo teológico como de las apologías racionalistas de su tiempo.
Fundamentos de la Apologética de Van Til
1. Presuposicionalismo
Van Til enseñó que toda forma de pensamiento parte de presuposiciones—creencias básicas que se asumen desde el principio. No existe tal cosa como la neutralidad religiosa o filosófica. Todos tienen una cosmovisión que determina cómo interpretan la realidad.
Van Til afirmaba:
El incrédulo tiene sus presuposiciones, y son directamente contrarias a las del cristiano. Él interpreta todas las cosas sin referencia a Dios, mientras que el cristiano interpreta todas las cosas a la luz de la revelación de Dios.
En otras palabras, el incrédulo rechaza la verdad de Dios por causa de un corazón rebelde (Romanos 1:18).
2. La Distinción Creador–Criatura
Uno de los principios teológicos más importantes para Van Til es que Dios es el Creador absoluto y autosuficiente, mientras que el ser humano es una criatura dependiente.
Como dice Isaías 55:8–9:
“Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dice el Señor…”
Esta distinción fundamental marca toda la manera en que Van Til entiende la razón y la apologética.
En otras palabras: no podemos dar cuenta de la razón, la lógica o la moralidad sin presuponer al Dios de la creación. Sabemos porque Dios sabe. Él se ha revelado y ha revelado su plan a la humanidad.
3. No Hay Neutralidad
El incrédulo no es neutral; está en rebelión contra Dios.
Y el cristiano tampoco debe fingir ser neutral.
Romanos 1:18 dice:
“Los hombres detienen con injusticia la verdad.”
Por tanto, la apologética no debe comenzar desde un supuesto “terreno común” con el incrédulo, sino desde la verdad revelada por Dios.
Van Til argumentaba que no debemos entablar batalla en el terreno del incrédulo, sino traerlo al nuestro y argumentar desde allí.
4. El Problema del “Capital Prestado”
Van Til enseñaba que los no creyentes solo pueden funcionar en el mundo al tomar prestados principios del cristianismo.
Por ejemplo, cuando un ateo apela a la moralidad, a la lógica o al orden del universo, en realidad está usando conceptos que solo tienen sentido si Dios existe.
El no creyente no tiene bases suficientes dentro de su propia cosmovisión para sostener su razonamiento. Debe apoyarse, aunque inconscientemente, en la cosmovisión cristiana para poder siquiera conversar.
Van Til ilustraba esto así:
El no cristiano es como un niño que tiene que sentarse en el regazo de su padre para darle una bofetada. Es decir, el no cristiano debe tomar prestados—y de hecho toma prestados—los principios cristianos de la verdad para atacar la posición cristiana.
5. El Argumento Trascendental (TAG)
Este es el corazón del método de Van Til.
El argumento trascendental sostiene que el cristianismo es la condición necesaria para la posibilidad del conocimiento, de la lógica y de la moral.
Sin Dios, nada puede tener sentido coherente.
Somos intérpretes de un mundo que solo es comprensible porque Dios ya lo ha interpretado y revelado.
6. Apologética: Defensa y Ataque
Van Til enseñó que la apologética tiene dos funciones fundamentales:
- Defensiva: Responder a los ataques contra la fe.
- Ofensiva: Exponer y desafiar las presuposiciones del incrédulo.
El objetivo no es simplemente “defenderse”, sino demostrar que solo el cristianismo ofrece una base coherente para entender la realidad.
7. Todos los Hombres Conocen a Dios
Según Romanos 1:19–21, Dios ya se ha revelado a todos los hombres.
No existen verdaderos ateos. Todos conocen a Dios, pero reprimen esa verdad con injusticia.
La apologética bíblica no proporciona “nueva información”, sino que confronta la rebelión del ser humano y lo llama al arrepentimiento.
8. Compromiso Último
Toda cosmovisión parte de un compromiso supremo—una autoridad final.
- Para el cristiano, esa autoridad es la Palabra de Dios.
- Para el incrédulo, puede ser la razón humana, la ciencia, o su experiencia personal.
Van Til nos llama a hacer de Dios nuestro punto de partida en todo pensamiento.
9. El Papel del Espíritu Santo
La apologética, por sí sola, no convierte a nadie.
Solo el Espíritu Santo puede abrir los ojos del pecador.
Nuestro papel es ser testigos fieles del evangelio, proclamando la verdad con claridad, humildad y firmeza.
10. Conclusión
En resumen:
- El cristianismo no es una verdad más entre muchas, sino la única verdad.
- Van Til nos reta a pensar como cristianos en todo momento y en todo aspecto de la vida.
- La apologética bíblica derriba los argumentos y fortalezas que se levantan contra el conocimiento de Dios.
Destruimos argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevamos cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo.
— 2 Corintios 10:5
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Cornelius Van Til: el hombre que cambió la apologética para siempre